miércoles, noviembre 02, 2005

La manera de ver la muerte en el Anahuac

La manera de ver la muerte en el Anahuac.

En lo que hoy se llama erroneamente Mesoamerica, hace tiempo existieron las grandes culturas y tradiciones de nuestros ancestros. Por mas de 7,000 años observaron la relación entre la vida y la muerte muy de cerca. Con el paso del tiempo, sería tanto la vida como la muerte los principales motores culturales de las naciones precuauhtemicas (prehispanicas). Es decir, que la importancia se le daba a la vida, como a su final en la muerte. Lo efimero de la vida, junto con el amenazante arrivo de la muerte para cualquier ser humano despertó en aquellos tiempos inumerables manifestaciones artisticas, poeticas, arquitectonicas, y sin duda filosofico-religiosas. Es así que la muerte se torna de tanta trascencia, que todas las culturas precuauhtemicas la tienen siempre presente en cualquier representacion cultural. Podemos incluso añadir, que la muerte en sí es mucho más mexicana que cualquier otra representación que se nos haya hecho saber. A tal grado era respetada y cercana la muerte para los anahuacas, que en los sistemas calendaricos tenían un día nombrado "miquiztli" o muerte. Así como habían días perro, caña, pedernal, aguila; así también tenían a la muerte. En los mayas, ese día era Cimi o Kimi.

Hoy en día tenemos a la Santisima Muerte, entidad que personifica a la energía de la muerte. Con forma de calaca y su guadaña. Pero a pesar de protestas de grupos cristianos modernos, tal imagen es muy similar a la que antes teníamos en el Anahuac. Nuestros ancestros indigenas (erroneamente llamados indios) eran muy respetuosos de las energias y fuerzas de la naturaleza, del universo mismo. Las veneraban, y las representaban con nombres y en sus libros con figuras glíficas, podríamos decir comodamente. Esas imagenes representaban cada aspecto del ser supremo, de Dios o Allah diríamos hoy. Ese es el dios dual supremo y creador de todo, a quien no podemos nombrar como diría Acolmiztli Netzahualcoyotl, porque él se nombra a sí mismo. Pero si podemos identificar sus campos de acción, y sus desdoblamientos. Uno de esos desdoblamientos es en su faceta de Muerte, al tener el avatar de quien nos guíe en el más allá en las nueve dimensiones. Para los Nahuas, era la pareja Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl (señor y señora del Lugar de los Descarnados). Seres que eran calaveras caminantes, cuyo cuerpo entero era esqueletico, descarnado. Al dibujar a Mictlantecuhtli o vestirse como él, se tenía que recordar los instrumentos con los que viste. Lo mas significativo es que en el craneo, es decir, su cabeza, tiene ojos estelares, representando glificamente las estrellas de la obscura noche. Pues Mictlantecuhtli y su esposa, siempre respetando la dualidad masculino-femenina, regían en el Mictlan, el obscuro lugar de los descarnados.

Entre los mayas, el lugar a donde iban lo fallecidos era el Xibalbá de acuerdo al Popol Vuh, tambien conocido como Metnal u Olontuc. Se tenía que recorrer un camino dificil para llegar hasta donde estaban las energías de la muerte. Hun-Camé y Vucub-Camé, quienes eran dueños de un jardin propio de ese mundo, y el último incluso tenía una cancha de juego de pelota. Existían otras fuerzas de la naturaleza mórbida, las cuales causaban enfermedades para matar. Xiquiripat (lazo corredizo) y Cuchumatic (jefe de sangre), ambos ocasionaban derrames de sangre entre los hombres. Ahalpuch (productor de pus). Ahalganá (productora de bílis). Chimiabac (báculo de hueso) y Chamiaholom (báculo de craneo) son los guardianes del Xibalbá, quienes con sus baculos hacen podrir a los hombres la carne hasta perderla. Ahalmez (productor de suciedad). Ahaltocob (productor de heridas).

Con los p'urepecha, la región de donde iban los muertos era conocido como Cumiechúcuaro (donde se esta con los topos), donde regía la energía de la muerte, Uhcomo (topo). Uhcomo siempre combatía contra otra energía de la muerte, Apatzi (comadreja). En ese mismo mundo de muertos, existía un lugar para los ahogados, Patzcuaro, donde se tiñe de negro. En Patzcuaro gobernaba la manifestación energética del agua, Chupi-Tirípeme. La entrada hacia el misterioso Patzcuaro era precisamente por el Lago de Patzcuaro del mundo de los vivos. Eran guiados por Uitziméngari. Otra región era el Uarichao (lugar de mujeres), donde paraban las mujeres muertas durante su primer parto. Ahí mandaba Thiuime (ardilla negra), energía de la muerte y la guerra.

En el caso de los hñahñu u otomies, el lugar de los muertos era conocido como Ayonanyëy. La energía de la muerte era Mudu (señora de los muertos). A Mudu se le describe como una serpiente negra con manchas azules. Se cuenta que cuando una persona moría por algo relacionado con Muye, la manifestación energética de la lluvia, sea por un rayo o ahogamiento, entonces esa persona estaba destinada a ser un barrendero de Muye. Así que esos muertos eran enterrados con una escoba, pues así se convertirían en esos vientos que anteceden a las lluvias y tormentas, barriendo el paso para Muye.

Algo que se repite constantemente en todas las regiones del Anahuac precuauhtemico (Antes de Cuauhtemoc), es que los muertos tienen que cruzar un río auxiliados por un perro. Algunos como los lacandones, todavía siguen enterrando a sus muertos con su perro. Según la creencia es que al llegar a la orilla de ese famoso río, estarán muchos perros, algunos estaran esperando a otros dueños, y otros serán los que hemos conocido durante nuestra vida, incluso los propios. Si el perro te reconoce, es seguro que te llevara a cruzar el rio. Pero si no te reconoce, o incluso se rehusa a verte por algun mal trato dado en vida, es posible quedarse atorado entre dos mundos.

La muerte siempre fue fascinación en tiempos pretéritos, y lo seguirá siendo. Así como antes el tzompantli adornaban las ciudades, con calacas puestas en hileras, hoy continua la tradición con calacas de azucar. La calavera, el esqueleto, un simbolo tan antiguo y aún usado todavía hoy en imagenes de la Santisima Muerte, "la flaquita" como le dicen sus devotos. No debe asustarnos la muerte, mucho menos creer que los mexicanos nunca hemos sido una cultura de la muerte. Por milenios lo fuimos, quedan vestigios en todas las antiguas ciudades de calaveras esculpidas o pintadas. Así como la muerte nos ha fascinado, así nos preguntamos por su proximidad. Pues ante todo, somos mortales, que venimos tan solo tiempo breve a la tierra, como dijera Nezahualcoyotl.

Technorati: