El único con autoridad legal para asumir el poder político que siempre le ha correspondido es a Cuauhtemoc. Cuauhtemoc el Grande, el único, de cuya fama y heroísmo muchos incontables hombres hoy portan su nombre. Aquel joven bravo que se resistió ante las diabólicas tentaciones de las mieles hispanas, y quien vengara a los suyos tras la Masacre del Templo Mayor. Es a Cuauhtemoc de Tollan Mexíco Tenochtitlan y no a Felipe Calderón o a Lopez Obrador a quien legalmente le corresponde gobernar a esta nación.
Ambos, tanto Calderón como Lopez Obrador estan empecinados por aposentarse en el poder, sea como sea. Una elección ya de por sí fraudulenta, ahora la izquierda y la derecha arrastran al pueblo hacía su inmundicia. Ambos creen ser los que tienen el derecho de reclamar el puesto máximo de poder en Mexico. Esto es porque tanto la izquierda como la derecha se deslizan en un tambaleante sistema politico-social. Aquel mismo sistema que vinieron los hispanos y Hernan Cortes a imponernos a punta de espada. Ese sistema aún sobrevive hoy, y por ello tanto Felipe Calderón como Lopez Obrador transitan en esa misma viscosa hediondez. El sistema nunca murió, y descaradamente nunca se transformo, tan solo cambió de nombre. De Nueva España, a Imperio Mexicano, a Republica Mexicana, hasta llegar a lo que hoy es, los Estados Unidos Mexicanos.
Dicho sistema politico-social, culpable de todos nuestros males, de la miseria e ignorancia, ahora quiere dividirnos como muchas veces lo ha hecho. Pues esa es una cualidad del sistema, cuyo origen es Europeo. El sistema tiene un mecanismo autodestructivo, pues divide las facciones politicas en izquierda y derecha, en socialismo o capitalismo, en proletariado o burguesía. Aquí en Mexico, dicho sistema ha creado tal división entre el PRD y el PAN-PRI. Ese mecanismo autodestructivo del mal nacido sistema se puede ver evidente. Dos hombres, peleando por un gobierno. La culpa no es tanto de Calderón o de Lopez Obrador, sino del sistema politico-social en el que vivimos, es decir, la culpa es del estado nación llamado “Mexico”.
La culpa de Calderón y Lopez Obrador es que le siguen el juego a dicho sistema, cuando siempre se han dicho gente del cambio. El verdadero cambio será cuando este maligno sistema politico-social caiga. El sistema debe derrumbarse pues esta erguido sobre cimientos que no le corresponden, sobre cimientos de nuestros ancestros indígenas y su legado milenario. Nuestro verdadero sistema politico-social, nuestra verdadera forma de vida, es aquella que vivieron nuestros ancestros indígenas, los Viejos Abuelos. El estilo de vida, las corrientes politicas, sociales, musicales, artisticas, educativas, y sociales que actualmente vivimos no nos corresponden, son una evolución de la gran imposición de 1521, del holocausto de la conquista.
Así, al ver la ilegalidad de este sistema politico-social, igualmente son ilegales partidos politicos y gobernantes, pues es la continuación de la conquista. Tanto Calderon y Lopez Obrador, tanto el PAN como el PRD contribuyen al enraizamiento de esta sistema maldito. De tal forma, todas las expresiones de autoridad en Mexico tras la caída y muerte de Cuauhtemoc son ilegales, y por ello se nulifican, ya que no se ha regresado a nuestro verdadero sistema indigena de gobierno de tlahtocayotl.
Al no haberse restaurado la tlahtocayotl, y seguir por tanto trunco el último gobierno, el del huey tlahtoani Cuauhtemoc, por tanto, legalmente nuestro actual y único gobernante es Cuauhtemoc.
El 13 de Agosto de 1521 el tlahtoani Cuauhtemoc, tras haber defendido a su pueblo con un heroísmo nunca vuelto a ver, fue capturado por la alianza Hispana-Tlaxcalteca-Huexotzinca-Chalca liderada por el genocida Hernan Cortes. Mas algo inquieto mucho al sangriento Cortes, pues a pesar de que Cuauhtemoc estaba preso bajo su mando, el gobierno de Cuauhtemoc seguía corriendo. Así era la percepción entre la gente, e incluso entre sus aliados indígenas. El trato hacia Cuauhtemoc era mucho mayor que a Cortes a pesar de ser su preso. Por ello Cortes lo torturó y finalmente lo asesinó. No solo el gobierno de Cuauhtemoc se aplastó, sino el de las demás naciones indígenas, incluidas la de los aliados. O al menos es creyeron o quisieron creer los hispanos. Pues a pesar de que la percepción de algunos fuese que el gobierno de Cuauhtemoc cayó, legalmente nunca murió.
Se intentó hacer una independencia liderada por españoles, pero no fue independencia, pues en lugar de regresar al lugar donde nos habíamos quedado con Cuauhtemoc, decidieron ignorarlo, y continuar con el mismo sistema socio-politico. Algo lógico, pues ellos era hijos de ese sistema europeo. Con ello la ilegalidad que había nacido del holocausto de la conquista tan solo continuaba, internándose a los albores del nuevo milenio.
Es por ello, que en nombre de nuestras antiguas y verdaderas leyes, Cuauhtemoc continua siendo nuestro gobernante, nuestro tlahtoani (portador de la palabra). Y nadie podrá ocupar su icpalli (asiento) hasta no haber reestablecido nuestro verdadero sistema y sacado nuestra cultura como él mismo lo ordenó en su último decreto dirigido a nosotros, los mexicanos anahuacas del futuro. Mi lealtad, por ello, no es ni con Felipe Calderon, ni con Lopez Obrador, sino con Cuauhtemoc, mi verdadero y único gobernante.
¡Nadie se atreva a llamarse el poseedor de la palabra!
¡Aun vivimos bajo el mandato de Cuauhtemoc!
¡Sus ordenes viven, hasta el regreso de Quetzalcoatl!
¡Muera la Izquierda!
¡Muera la Derecha!
¡Mueran los Estados Unidos Mexicanos!
¡Viva por siempre Cuauhtemoc!
¡Viva Anahuac!
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