Agosto 13, 1521, ígnota fecha en que la alta cultura sucumbía ante el hierro del bárbaro europeo. Tan solo una de los centenares de estrellas que alumbraban la palabra en el Anahuac: La ciudad de Mexíco Tenochtítlan. Tan solo un joven padre que guiaba a su pueblo ante la defensa de un mundo que destinado estaba a oscurecer: Cuauhtémoc. La piedra que sucumbió el Lago de Tetzcoco sus mortíferas olas llegarían a todos los rincones del Anahuac. Graves repercusiones llevó la caida mexíca.
Lejos de liberarnos de un pueblo que efectivamente era conquistador también, la unión maldita con el español nos condenó. Chico quedaba Motecuhzoma II ante la fría inhumanidad de Hernán Cortés y la explotación del emperador Carlos V. ¡Arrepentidos se tiraban al suelo los traidores! Aquellos que con sus manos empujaron a Xicotencatl cuando razonaba por la unión de los pueblos ante el invasor. Aquél día en que varias naciones sus espaldas dieron a Cuauhtémoc nunca se borrará. "¡Pués nunca se fueron los invasores!" Decían y lamentabanse. Por milenios, por baktunes, los victoriosos retornaban a su patria tras imponer impuesto. Esa era la costumbre. ¡Pero que trubuto impuso el español sino la destrucción, la violación y la muerte! Nunca regresaron a su país, incluso vinieron más despiadados hambrientos de oro y riquezas en un mundo donde lo valioso era la poesía, el baile, las finas plumas, las conchas, las energías de la naturaleza.
El peso de la hecatombe por venir fué cargado por el joven Cuauhtémoc. ¡Y el lo sabía! Sabio era el joven tlahtoáni entre la sucia guerra, pués debía resistir. La llama de la esperanza él la portaba. Y aún en los momentos más obscuros, Cuauhtémoc nunca decayó. ¡Pués gran guerrero era! Los piratas europeos utilizaron todo tipo de armas para destruir a los mexíca. Los horrores de las masacres de Cholula y del Toxcatl hacían eco en el alma de un pueblo sitiado. Enfurecidos ante el descuartizamiento de mujercitas y niños, de donde sus energías se vitalizaron para en pié de lucha no desfallecer.
¡Oh Cuitlahuac, que tus palabras ignoradas sirvan de lección!
¡Oh Netzahualpilli, que aún resuenan en nuestros momentos más amargos tus palabras de cautela a los extraños!
Tantos martires que su vida fué apagada por las toscas manos del inculto extremeño. Tanta sabiduría perdida y conocimiento torcido por cristianos fanáticos, trayendo un dios trino cruel y sanguinario.
¿Si tan solo nos hubieran invadido huestes más afables, de aquellos norteños, gallegos, vascos, y catalanes? ¡Pués la escoria de Europa vino a parar en el santuario de poetas!
Cuauhtémoc, invoco tu espiritu, para que nos colmes con la energía de tu bravura en hacer frente a nuestro redescubrir. Haznos llegar tu jovial tenacidad, de aquella con que lidereaste cuando tu tlahtoáni estaba preso y tus capitanes recluidos. ¡Pués con tu gran mano guiaste! Hasta el último instante en que se respiro LIBERTAD en esta ancestral tierra continuaste conservando tu honor. Portandolo galantemente ante tu adversario tras tu captura, prefiriendo morir con la daga contraria a ser marchitado en una celda sombría.
¡Moriste joven, Cuauhtemoc, pués ya grande erás! Hombres gigantes de tu inalcanzable altura nunca llegan a viejos, pués nacen con la sapiencia designados a elevarse sobre la gloria apoteótica.
Cuauhtemoctzin... Hoy permaneces como el verdadero y único gobernante del Anahuac. ¡Nadie te iguala! ¡Nadia ha tomado tu copilli, tu cetro y tu icpalli! Desde que moriste bajo ese alto arbol, creyeron que tu lugar sería ocupado por sus virreyes, presidentes, dictadores y hasta dos emperadores. ¡Cuanto se han equivocado, pués hoy continuamos siendo gobernados por Cuauhtemoc! A nadie se designó, a nadie se eligió por sucesor. Tras Cuauhtemóc, todos los gobernantes han sido solo titeres impuestos forzadamente primero por España, y después por los españoles que vivían en nuestras tierras. La democracia solo es un reflejo de su eurocentrica visión que coloca al griego y al francés en el pedestal y al anahuaca en la basura del olvido. Vendrán más gobernantes. Pero solo hasta que se logre nuestra independencia cultural e ideosincratica, hasta que se destrocen las cadenas del Anahuac, nos quitemos las vendas y recuperemos nuestro rostro propio. Cuando nos demos cuenta que nuestra hermosa madre patria es Anahuac. Solo entonces se tendrá al sucesor de Cuauhtémoc el Grande. Para así seguir de nuevo nuestro sendero propio truncado el 13 de Agosto de 1521.
¡Gloria eterna a Cuauhtemoc!